Hace año y medio Freixentet convocó un concurso de anuncios publicitarios bajo el lema “Brindo por la vida”. Se presentaron varios centenares, y un equipo de cineastas, bajo la tutela de Bigas Luna, seleccionó 15 que fueron premiados y emitidos por televisión. Éste que hoy os propongo, dirigido por Isaac Berrokal e interpretado por Carina Bjorne y Graham Long, fue uno de esos quince, y uno de los más aplaudidos por el público. Con todo merecimiento. Yo también le hubiera dado el premio.
Es un anuncio sencillo y muy tierno. Empieza con la imagen de una mujer ya mayor que está cuidando de alguien: presumiblemente, su marido. De fondo, oímos una nostálgica voz en off: “No he conseguido grandes cosas en la vida. Nunca tuve un coche ni una gran casa con jardín”. En este monólogo íntimo y sincero, que tiene algo de confesión personal y de balance de toda la existencia, descubrimos su pacífica aceptación de los acontecimientos, no siempre alegres ni positivos: “He disfrutado la vida con lo que la vida me ha dado. He afrontado lo que nunca quise que ocurriera; y, a pesar de ello, he salido adelante… No he sido un ejemplo, ni una decepción. Tan sólo he sido yo misma en cada momento”.
Entonces, empezamos a intuir una tragedia más o menos latente: “La vida te enseña a valorar lo que tienes, porque desgraciadamente no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos”. Y, de repente, descubrimos un alma grande que ha tenido una vida muy grande también, porque cultivó siempre la gran lección del amor: “Muchos me dicen que soy valiente. Se compadecen de mí por seguir amando a quien me lo dio todo en la vida; y quien, por desgracia, ahora no recuerda ni siquiera mi rostro. Pero lo importante no es si me recuerda o no. Lo importante es que yo sí le recuerdo a él…”
Un magnífico anuncio que te invitó a ver hasta el final, con toda la emoción que contiene. Porque en él se encuentra una de las lecciones más importantes de la vida: la del amor que se da sin esperar nada a cambio. Y que, por eso mismo, alcanza en todo la felicidad.
Yo hoy brindo por la vida y por que haya siempre anuncios como éste.
Es un anuncio sencillo y muy tierno. Empieza con la imagen de una mujer ya mayor que está cuidando de alguien: presumiblemente, su marido. De fondo, oímos una nostálgica voz en off: “No he conseguido grandes cosas en la vida. Nunca tuve un coche ni una gran casa con jardín”. En este monólogo íntimo y sincero, que tiene algo de confesión personal y de balance de toda la existencia, descubrimos su pacífica aceptación de los acontecimientos, no siempre alegres ni positivos: “He disfrutado la vida con lo que la vida me ha dado. He afrontado lo que nunca quise que ocurriera; y, a pesar de ello, he salido adelante… No he sido un ejemplo, ni una decepción. Tan sólo he sido yo misma en cada momento”.
Entonces, empezamos a intuir una tragedia más o menos latente: “La vida te enseña a valorar lo que tienes, porque desgraciadamente no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos”. Y, de repente, descubrimos un alma grande que ha tenido una vida muy grande también, porque cultivó siempre la gran lección del amor: “Muchos me dicen que soy valiente. Se compadecen de mí por seguir amando a quien me lo dio todo en la vida; y quien, por desgracia, ahora no recuerda ni siquiera mi rostro. Pero lo importante no es si me recuerda o no. Lo importante es que yo sí le recuerdo a él…”
Un magnífico anuncio que te invitó a ver hasta el final, con toda la emoción que contiene. Porque en él se encuentra una de las lecciones más importantes de la vida: la del amor que se da sin esperar nada a cambio. Y que, por eso mismo, alcanza en todo la felicidad.
Yo hoy brindo por la vida y por que haya siempre anuncios como éste.
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