miércoles, 28 de enero de 2015

Desconectar para conectar

Este anuncio no tiene efectos especiales ni grandes alardes de producción, pero el argumento nos engancha. En breves escenas, nos sentimos interpelados.

Unos novios pasean a la orilla del mar; él, absorto en el móvil, acaba perdiendo a su novia, aunque las huellas en la arena nos dicen que sigue a su lado. Un amante de la música, pegado a su smartphone, se olvida de su grupo de amigos que está tocando junto a él. Y una secretaria, que se abstrae de la importante reunión a la que asiste. Y un padre que, en el salón, se olvida de la hija que está a su lado…

Situaciones cotidianas, que no llaman la atención, pero que pueden ser dramáticas. Afortunadamente, esos desajustes se solventan cuando el interesado desconecta el móvil para escuchar a los que tiene alrededor. Es el lema de la campaña: “Desconectar para conectar”.

Quizás el tema tenga especial eco entre los jóvenes. Pero no es sólo un anuncio para ellos. Un estudio reciente concluye que el 77% de los que poseen un teléfono inteligente padece, en algún grado, de «nomofobia»; es decir, temor y ansiedad ante el hecho de no poder consultar su  móvil cada vez que lo desea.  La dependencia del móvil está ya tipificada en los manuales de Psiquiatría, y los síntomas son muy claros: no poder vivir sin él, no poder atender a otra persona si llaman por teléfono, estar más pendiente del móvil que de la familia o los amigos...

Pensemos por un instante: ¿no hay alguien en nuestro entorno que padezca alguno de esos síntomas? ¿No vemos en nosotros alguno de esos indicios? Aún estamos a tiempo de cambiar: de desconectar el móvil cuando haga falta, y escuchar a quienes nos rodean.

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